jueves, 12 de agosto de 2010

Einstein, su vida y su universo


El periodista Walter Isaacson realizó una gran labor de documentación en la concepción de esta obra.
Con más de 700 páginas y con multitud de notas, es una buena manera para entender la figura de este hombre del que todo el mundo ha oído hablar, conoce su aspecto, saben que dijo algo sobre la relatividad del tiempo, y del que también conocen la que quizás sea la fórmula más célebre de la ciencia: E=mc2.
Que hayan oído todo esto no significa que se entienda, sino que es el científico más popular.


La obra está dividida en veinticinco capítulos en los que narrará la vida de Einstein en sus diferentes facetas, científica, social, familiar, política, en orden cronológico y capítulos independientes para poder desarrollar adecuadamente su “mundo”.

Se nos presenta a un Einstein que desde muy pequeño se sumergió en los problemas intelectuales. Su tío le inculcó el amor por las matemáticas, y se sumergía en problemas y demostraciones continuamente. Esta habilidad de sumergirse en la tarea intelectual le serviría para refugiarse cada vez que tenía algún conflicto personal. Tenía una gran habilidad para aislarse y centrarse en su trabajo, no dejando que nada le afectase.




En las relaciones personales actuaba de manera distante, incluso con sus hijos, siendo un mal padre. El mismo se jactaba de que “jamás le había importado la muerte de nadie”. Sin embargo, se llegó a preocupar por la humanidad, estando implicado social y políticamente.

Se generó en él una fuerte pertenencia al pueblo judío a pesar de no ser religioso, lo que le llevó a participar activamente en apoyo al sionismo. Este sentimiento vino alimentado por el creciente antisemitismo del momento.

Esta obra sirve para desmitificar algunos aspectos que se han hecho populares erróneamente, y que realmente están muy arraigados en la cultura popular. Uno de ellos es aquello de que Einstein era malo en matemáticas y que no aprobaba en la escuela. En palabras de la propia hermana de Einstein, Maja, que recoge el autor: “Estaba muy por encima de las exigencias de la escuela. Desde muy joven, sentía predilección por resolver complicados problemas de aritmética”. Y de hecho decidió aprender geometría y álgebra por sí mismo estudiando en las vacaciones de verano.


Otro mito que también esta bastante extendido es que Mileva participara de algún modo en la relatividad, esta idea viene principalmente por dos motivos: primero porque en alguna carta enviada a Mileva, Einstein, se refiere a la relatividad como “nuestra teoría”. Esto sólo hay que considerarlo como una cortesía romántica. No existe ninguna evidencia de alguna aportación de Mileva a la teoría. Es más, ella jamás le dijo a nadie lo contrario, y estaba muy unida a su hijo Hans Albert, que posteriormente diría que “Mileva le ayudo a resolver algunos problemas matemáticos, pero nadie podía ayudarle con la parte creativa”. De hecho la teoría final, la relatividad general, fue concebida cuando ya estaba separado de Mileva. 
El otro punto que destacan los “conspiranoicos” para argumentar que Mileva participó en la teoría es que recibió el premio íntegro del Nobel. Esto fue debido a un acuerdo de divorcio, ya que él quería divorciarse y además ella iba a hacerse cargo de los hijos (uno esquizofrénico que requería mucho dinero), por lo que le prometió el premio íntegro del Nobel que estaba seguro que algún día le concederían. 
Y tampoco está mal recordar que el Nobel se lo dieron por el efecto fotoeléctrico, no por la relatividad, por lo que tampoco tendría mucho sentido darle un premio por algo en lo que todo el mundo está de acuerdo en que no tuvo nada que ver.

Ahora hablaré un poco de la vida de Einstein, sacado de este obra. Por supuesto, en el libro viene todo con mucho más detalle y muchísima más información.

Albert Einstein nació el 14 de Marzo de 1879 en Ulm, Alemania. Su familia se mostró preocupada porque tenía dificultades para hablar, y aunque a los dos años ya usaba vocabulario, no decía nada en voz alta hasta después de haberlo ensayado en voz baja y le sonara bien. Por esta razón la criada de la familia empezó a llamarle “atontado”.
A pesar de ser judíos, la familia de Einstein eran totalmente irreligiosos, el padre de Einstein calificaba los rituales judíos como “supersticiones antiguas”.
A los seis años fue matriculado en una escuela cercana, que era de carácter católico, y aunque Albert nunca se sintió ofendido por los profesores de la escuela, no podía decir lo mismo de los compañeros de clase en los que sí estaba presente el antisemitismo.
A los nueve años pasó a una escuela de secundaria donde obtuvo formación judía. A partir de este momento desarrolló un fervoroso sentimiento por la sagradas escrituras.
Su tío, Jakob Einstein, le inculcó el amor por las matemáticas desde muy pequeño y a los quince años ya dominaba el cálculo diferencial. 




Existía una antigua tradición judía que consistía en invitar a compartir la comida del Sabbath con un joven estudiante religioso que estuviera necesitado. En una variación de este ritual, los Einstein invitaban a un joven medico pobre, llamado Talmud, que iba a cenar cada jueves a la casa de los Einstein. Este joven fue la mayor influencia intelectual de un joven Albert. Talmud le proporcionaba libros entre los que se encontraba los veintiún tomos de “Libros populares sobre ciencias naturales” de Aaron Bernstein. Este libro podría haber influido en la mente de Einstein, ya que en una sección inicial del primer volumen hablaba de la velocidad de la luz, y tenía multitud de experimentos mentales.
Estos acercamientos intelectuales alejaron radicalmente a Einstein de la fe.


En 1896 entraría en el Politécnico de Zurich para tener una formación centrada en matemáticas y física. En este centro destacaría por su impertinencia con los profesores lo que le conllevaría ganarse enemigos.
Aquí conocería a Mileva Maric, con la que posteriormente se casaría.
Consiguió graduarse en 1900, siendo el cuarto de su clase, que constaba de cinco. Su baja nota final fue debida a la mala calificación en el trabajó final que le puso el profesor Weber (uno de los enemigos que se ganó). Sin embargo, le sirvió para graduarse. 





Después de buscar trabajo desesperadamente sin conseguirlo durante dos años, pudo conseguir uno en la oficina de patentes gracias a su amigo Marcel Grossmann
Pronto descubrió que podía realizar el trabajo lo suficientemente rápido para poder dedicar el resto de la jornada a sus estudios científicos.


En 1905 llegaría su “año milagroso”, donde presentaría cuatro trabajos: el primero hablaba de la radiación y de las propiedades energéticas de la luz, el segundo del verdadero tamaño de los átomos, el tercero del movimiento aleatorio de las partículas microscópicas en un líquido, y el último, era un tosco borrador de los cuerpos en movimiento que suponía una modificación del espacio y el tiempo.....aquí empezaría a formarse el mito, pero para saber más tendréis que leer el libro ;)

3 comentarios:

  1. pide perdon por el tocho si ves q tal

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  2. pues a mí me ha parecido muy interesante y no me apasionan demasiado estos temas ! :)

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